15/02/2012- Raquel Rivera, Madrid
Una niña de apenas dos años deambula por las calles de Bangkok pidiendo limosna a turistas, mientras sus ‘padres’, también en la mendicidad, la miran de reojo.
El proyecto DNA-Prokids es pionero porque ha conseguido que 14 países de Asia y América Latina compartan un registro con muestras de ADN de niños desaparecidos y sus familias, y que las autoridades policiales y judiciales lo utilicen para cazar a redes de tráfico de menores. Hasta la fecha, gracias a este registro se han evitado un total de 257 adopciones ilegales, de menores que habían sido robados. También, se han detectado 211 casos de familias con falsos hijos.
José Antonio Lorente, el precursor del proyecto, decidió poner en marcha esta iniciativa en 2004, después de mucho tiempo viendo en países como Guatemala o Tailandia menores sin identidad, abandonados en orfanatos o en las calles. “Se trata de utilizar la identificación genética, una herramienta en criminalística, para prevenir adopciones ilegales”, resume Lorente.
El Departamento de Medicina Legal de
El proyecto surgió en 2004, pero hasta 2006 no empezaron a establecerse los acuerdos formales con los países para realizar estos test genéticos. En la actualidad, 14 naciones trabajan en el proyecto: México, Guatemala, El Salvador, República Dominicana, Perú, Bolivia, Paraguay, Brasil, India, Filipinas, Sri Lanka, Tailandia, Indonesia y Malasia. En 2012 está previsto que se incorporen Mongolia, parte de Nepal, Namibia, República Sudafricana, Venezuela, Colombia y Ecuador. En cuanto a China, donde el tráfico de menores es un fenómeno creciente por la política del hijo único y la preferencia del varón, existe un programa similar de identificación genética, y lo que intenta el equipo de Lorente es coordinarse con Pekín. Pero es una meta compleja y ambiciosa.
Desde que se puso en marcha la iniciativa DNA-Prokids se han analizado 4.200 muestras genéticas de familias y niños, cuyos resultados han evitado adopciones ilegales y han permitido a las autoridades localizar a redes de tráfico infantil. En Guatemala, por ejemplo, ha habido muchos caos de supuestas madres que daban en adopción a sus hijos a cambio de una compensación del Estado. Pero con el análisis genético, se ha descubierto el engaño.
Interrumpir una adopción ilegal evita otro drama, como que una familia de Estados Unidos o España pueda acoger a un niño robado. Lorente subraya que la gran mayoría de las adopciones internacionales cumplen la normativa, pero quedan excepciones que en ocasiones no se ven a tiempo.
Según Lorente, con este proyecto solo puedan llegar al 5% de “un problema muy serio” que a veces se esconde en la connivencia de los gobiernos. Un drama de cientos de familias, que se encomiendan al ADN para no perder la esperanza.